En lo profundo de los bosques, en la oscuridad de las cavernas o junto
al torrente de los ríos tuvieron su morada en la antigua Grecia las
sibilas, mujeres vírgenes mayoritariamente ancianas con el don de la
profecía, otorgado por el dios Apolo; oráculos del porvenir al margen de
los templos y sus sacerdotes.
Hay quien dice que el significado de su apelativo es “mujer sabia” y
otros “pensamiento de Dios” o “voluntad de Dios”, como sea, las sibilas
eran consultadas por reyes para conocer la suerte que correrían sus
Estados y buscando consejo para el mejor gobierno de éstos.
Pero ¿por qué la cultura de la Grecia clásica otorgaba un mayor
reconocimiento a la mujer como profetisa en comparación con la religión
judeocristiana en la que sólo aparecen las voces proféticas de los
hombres?
Según Camille Paglia, crítica social, intelectual escritora y profesora
estadounidense, la naturaleza femenina es un poder ctónico, es decir,
aquel que se encuentra directamente emparentado con la naturaleza (la
Gran Madre, el “Úterotumba”). Su carácter es ‘demónico’, en el sentido
del “daimon” griego al que Sócrates se refería como «voz profética
dentro de mí, proveniente de un poder superior».
Esa ambivalencia, ese estar a la vez mirando hacia el cielo, su
vinculación con Apolo obliga a ello, y disuelto en lo telúrico, es lo
que hace que sea la figura femenina la más adecuada para llevar a cabo
las dotes proféticas.
(Por Paz Aparicio)
(Por Paz Aparicio)
Origen del nombre de Sibila
Según algunas tradiciones, la primera pitia o pitonisa que actuó en el
oráculo de Delfos se llamaba de nombre Sibila, y su nombre se generalizó
y se siguió utilizando como nominativo de esta profesión. Ni Homero
(siglo IX al VIII adC) ni Hesíodo (siglo VIII adC) hablan de las
sibilas; su nombre aparece por primera vez en el siglo VI adC y es el
filósofo Heráclito de Éfeso (535 adC - 470 adC) el primer informador de
estos personajes. Se pensaba que las sibilas eran oriundas de Asia y que
en cierto modo sustituyeron a las antiguas pitias.
La Pitia en el Oráculo de Delfos
El Oráculo de Delfos era un lugar sagrado donde acudían los griegos para
preguntar a los dioses sobre lo que les inquietaba. Estaba situado en
Grecia en la que fue la antigua ciudad de Delfos.
La Pitia o Pitonisa era la encargada de interpretar los mensajes de la divinidad.
Estas mujeres eran elegidas sin importar la clase social a la que
pertenecían, tan solo se le pedía llevar una vida irreprochable.
Su nombramiento era vitalicio y se comprometían a vivir para siempre en el santuario.
La Pitia profería sus vaticinios en un estado de trance o locura
profética, era como si el dios entrara en ella y se expresara mediante
su voz, de una manera parecida a las médiums.
Antes de empezar con los vaticinios cumplía una serie de rituales;
primero se bañaba y bebía agua de la fuente Castalia, situada en las
proximidades del gran templo. Luego tomaba en las manos una rama de
laurel, el árbol sagrado de Apolo.
Se sentaba en lo alto de un trípode en un subterráneo, al fondo del
templo llamado ádyton, desde ese asiento ceremonial, la Pitia emitía sus
oráculos, que luego los sacerdotes ponían por escrito, a menudo en
verso, para que fuera más precisa la respuesta.
Los consultantes también debían cumplir unas normas:
Presentarse bien purificado.
Traer como ofrenda el pélamo (torta de cebada y una cantidad de dinero fija).
Ofrecer para el sacrificio algún animal, cuya carne en parte se quemaba
en honor del dios y en parte se distribuía entre los asistentes.
Las consultas eran muy variadas, y era tanta la gente que iba a
consultar que en las épocas de más apogeo hubo hasta tres Pitias para
poder atender a los consultantes.
http://noloseytu.blogspot.com.es/2008/12/la-pitia-en-el-orculo-de-delfos.html
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